
Vivimos en la sociedad de la inmediatez y el consumo rápido. La emoción instantánea y el estímulo directo. No se admiten esperas ni recompensas a largo plazo. Veinte segundos, veinte palabras, deben ser más que suficientes. Más allá, aburre. Tenemos todo el contenido a nuestro alcance, a la carta. Deberíamos vivir en un permanente estado de felicidad. Sin embargo, la impaciencia nos desespera y nos proyectamos a un continuo futuro.... es allí donde nos espera la felicidad. Pero nunca llegamos, porque el futuro es inalcanzable.
La brevedad te conecta con el presente, porque lo breve también puede ser intenso y profundo. Pensar en breve obliga a tu cerebro a ralentizar sus pensamientos , a que no divague, a que busque la palabra exacta, la esencia del mensaje. En definitiva, a que no pierda el Norte...
Te invito y te reto a que ejercites la brevedad. Con brújula o a la deriva. Pero sobre todo, a que te diviertas y te rías de tus propias ocurrencias. No te juzgues demasiado.